El Instituto de Crédito Territorial (ICT), que fue creado mediante Decreto Ley 200 de 1939, ejecutó dentro de sus funciones la construcción y financiación de programas de vivienda de interés social, hasta la expedición de la Ley 3 de 1991. En 1970, el ICT estaba culminando la construcción de la primera etapa del barrio Francisco Antonio Zea y comisionó a un grupo de trabajadoras sociales para aplicar una encuesta entre los adjudicatarios con el fin de determinar cuál era la necesidad más apremiante del barrio y que, por ley, debía satisfacer el ICT con la inversión de un porcentaje del valor de los proyectos construidos. La respuesta, casi unánime, fue que este porcentaje se destinara para iniciar la construcción de una escuela; lo que hoy en día es el bloque administrativo de la Institución Educativa Dinamarca.
La escuela comenzó a funcionar el 7 de Febrero de 1971. La sorpresa de los educadores que llegaron ese día, Ruth Ceballos y Jaime Ríos, fue que la escuela apenas se iba a construir, pero como de todas maneras se debían matricular niños, las trabajadoras sociales del Instituto de Crédito Territorial nos ofrecieron la casa donde ellas atendían al público y se adaptó el primer piso como aulas de clase.
Inicialmente funcionaron dos grupos: uno de grado primero, atendido por la profesora Ruth, y uno de grado segundo atendido por el profesor Jaime. Al poco tiempo fueron nombrados los educadores Alberto Tamayo y Rosalba Hurtado quienes atendieron los grados tercero y cuarto. Los grupos eran reducidos, ya que estaban ubicados en las diferentes dependencias de la casa, el recreo se hacía en la calle. En tiempo de invierno se colocaban carpas en los "salones" adaptados que había en el patio de la casa.
A mediados del año 1971, el Municipio de Medellín intervino directamente y asumió la terminación de la escuela, construyendo en su totalidad el bloque de tres pisos donde se encuentran hoy las aulas y continuaron con las obras del bloque administrativo que habían sido iniciadas por el ICT y la comunidad.
Al iniciar el año de 1972, en vista de que las obras estaban muy adelantadas, la Secretaria de Educación nombró 16 educadores más. Provisionalmente los educadores atendían matrículas en un local que generosamente nos facilitó el presidente de la Asociación de Padres de Familia, don Alfredo Ramírez.
El nombre de la Escuela fue propuesto uno de los vecinos del barrio que tenía nexos con el Consulado de Dinamarca y la propuesta fue acogida por la comunidad.
A mediados del año 1972, al ser entregado el local, se iniciaron las clases en "jornada ordinaria" es decir los mismos profesores con sus mismos alumnos laboraban de 8 a 11 a.m. y de 1.30 a 4.30 p.m.
Una gran preocupación de la comunidad era que la escuela iba a ser mixta; de hecho, fue de una las primeras instituciones con esta modalidad, porque tradicionalmente las escuelas eran de varones o de niñas. Esta preocupación no desvelaba solamente a la comunidad del barrio Francisco Antonio Zea, sino también de algunos funcionarios de la Secretaría de Educación. Como anécdota se cuenta que en los primeros días, mientras el director se encontraba en un cursillo, llegaron dos supervisoras de avanzada edad y dispusieron que los niños debieran estar separados de las niñas tanto en los recreos como en las clases. Las niñas jugando en la parte de arriba (fuera de la escuela) y los niños abajo. Como esta medida no estaba de acuerdo a la integración y cambio de mentalidad se volvió a la "normalidad" al día siguiente.
Es de anotar que la única dotación con la que se recibió la escuela fue con el mobiliario de los niños. Para suplir las necesidades tan grandes y urgentes que tiene una escuela que está comenzando, se inició una tarea en la cual participaría toda la comunidad educativa de la época. Se organizaron bailes, bingos, ventas de empanadas y serenatas en las cuales participaban los educadores y jóvenes del sector que sabían tocar algunos instrumentos y que sacrificaban sus horas nocturnas para ir, de casa en casa, interpretando sus canciones y solicitando su aporte para la dotación de la escuela.
En los bailes, cuando la asistencia era muy escasa, se aprovechaba el "modernísimo" equipo de sonido que había adquirido la escuela y se hacían sonar sirenas, pitos y ruidos para llamar la atención de las gentes y lograr su participación en la actividad.
También se organizó con los educadores un grupo de teatro dirigido por el reconocido profesor Ossias Velásquez y que presentaba sus obras con la finalidad de conseguir recursos. Una de sus representaciones más recordadas fue "Corazones sin rumbo", función que duraba tres horas y fue un rotundo éxito con llenos totales. También se presentó en otros establecimientos y en ella participaban todos los educadores de la escuela.
Otra fuente de recursos eran las películas. Para esto se consiguió un buen proyector de cine, en las tardes, se presentaban películas a los niños y, en la noche, a los padres de familia. Entre las películas que se proyectaron, las más taquilleras fueron "Dios, cómo te amo", "La cigüeña dijo sí" y "Patines de plata".
La escuela fue construida en un terreno muy irregular y por eso no tenía patio; pues el espacio sobrante era un barranco. Por esta razón, nos vimos en la necesidad de buscar la forma de hacerlo. Empezamos a solicitar volquetadas de tierra y escombros para adaptar el espacio y después emprender una campaña para que el Municipio construyera la placa de cemento y lo encerrara. Para mejorar su presentación se emprendió una campaña de arborización dirigida por el educador Eduardo Orozco.
Entre las actividades que se llevaron a cabo, propendiendo por el bienestar de la comunidad son de resaltar: los cursillos nocturnos, dictados por el SENA sobre electricidad, mecánica y soldadura; el bachillerato radial, que se complementaba diariamente en la escuela con clases nocturnas; los semilleros artísticos con clases de guitarra y danzas para niños y jóvenes del barrio que eran organizados por la EPA (Escuela Popular de Arte) y se trabajaban los sábados. Más recientemente, las clases de modistería, belleza, baile, adornos y trabajos manuales organizados por la educadora Mary Castaño los días sábados y en las cuales participaban los padres de familia siendo sus profesores los mismos padres que conocían algún arte u oficio.
Durante varios años la escuela tuvo su periódico: "Mundo Estudiante", cuadernillo elaborado por los educadores con temas de contenido formativo e informativo que contaba además con la participación de los alumnos y padres de familia. Se entregaba mensualmente a cada uno de sus alumnos quienes retribuían con un aporte voluntario de acuerdo a sus capacidades, para la autofinanciación del periódico.
Las fiestas de la madre eran toda una atracción empezando por su animador, el profesor Juan Guillermo Cadavid. En ellas desfilaban conjuntos de música antigua y de carrilera, en varias ocasiones nos acompañó el maestro Fabio Páramo con su órgano. Durante algunos años la escuela fue la sede del Festival de la Canción Escolar con participación de todas las escuelas del Núcleo Educativo. La escuela también fue sede de las reuniones programadas por ADIDA para los educadores de todo el sector de la comuna noroccidental.
Adaptación de la reseña histórica de la Escuela Dinamarca publicada por la docente Luz Marina Arsmendi.